Luces, torta, bocaditos, tragos, música. Todo estaba listo para la
fiesta de Julio. Me tomó un par de horas adornar la terraza y acomodar las
sillas. Las gotas de sudor bañaban mi rostro. A pesar que estaba al aire libre
el calor era imperante.
Finalmente ante mi impaciencia. Odio la impuntualidad. Mis cinco amigos,
entre ellos el cumplañero, llegaron. Sentí mucha alegría de verlos. Desde que
salí del hospital no pensaba en otra cosa que en este momento.
El ambiente era cada vez más sofocante mientras pasaban los minutos. Sin
embargo todos nos divertíamos, cantábamos y reíamos como locos.
De pronto escuchamos pasos en las escaleras y nos quedamos atónitos ante
la presencia de una vieja amiga.
Laura vivía en Italia desde hace 5 años y hoy estaba parada frente
a nosotros. Se le notaba cansada pero luego sonrió. Gritamos al unísono de la
emoción de volver a verla. Y la rodeamos riendo y llenándola de preguntas.
La fiesta de cumpleaños además se convirtió en una de bienvenida de
Laura. Era raro verla estaba igual como la recordábamos. Vestía un short y una
blusa celeste y sandalias. Seguía conservando su cabello largo. Sin embargo
había algo raro en ella. Se sentó en uno de los sillones y alzó los brazos
suspirando. Se le notaba muy cansada.
Un inusual frío empezó a recorrer el lugar, al inicio nos agradó la
ráfafa de viento, pues el calor era insoportable, pero luego se tornó incómodo
y empezamos a enfriarnos. Entonces el momento del baile había llegado. Laura
tampoco salió a bailar. La tomé de la mano pero puso un gesto de cansancio. Es
el largo viaje pensé.
Seguimos riendo mientras demostramos nuestros mejores pasos de baile.
Apareció el Grupo 5, Armonia 10, los merengazos de oro, la salsa cubana, la
“Lola Lola” y hasta nos animamos a recordar las coreografías de Axe Bahía.
Noventas presente siempre.
Baje un momento para ir al baño y recién ahí pude notar el cambio
temperatura. En la terraza estaba muy fresca pero hasta llegar a mi piso empecé
a sudar y a sentir mucho calor. Me refresque y luego subí corriendo a seguir en
la fiesta y a sentir nuevamente el ambiente fresco.
Me acerce a Laura que seguía como media dormida en el sillón. Noté que
estaba muy fría. Me miró y yo le dije que estaba muy feliz de volver a verla.
La abracé muy fuerte. Inmediatamente varios escalofríos recorrieron mi cuerpo.
En ese instante un miedo terrible me invadió. Era absurdo pensarlo entonces lo
dije en voz alta.
- Chicos
se han dado cuenta que Laura está muy fría, si no la pudiéramos tocar
diría que está muerta.
La risa fue general. Sin embargo con mi comentario la curiosidad invadió
a mis amigos y algunos quisieron tocar a Laura. Lo hicieron. Le decían estás
muy fría, te sientes bien, te traigo mejor algo caliente, etc.
Laura sin decir ni una palabra se paró y bajó al baño. Apenas se
fue el ambiente se volvió cálido y empezamos a sentir mucho calor. Incluso
empezamos a sudar. Julio dijo:
- Chicos
creo que Laura está muerta porque apenas se fue el frío se fue con ella.
Que miedo. Buuuu. Dijo Julio riéndo.
- ¿Por
cierto quién le abrió la puerta a Laura? pregunté.
- Seguro
el portero le abrió y subió muy despacio, dijo Patty.
- Y
¿se han dado cuenta que no ha bebido ni comido nada? , dijo Sandro.
- Jajajaja
¿Qué está pasando, por qué seguimos con esta conversación? ¿Acaso creen
que es un fantasma que nos vino a visitar?, maduren por favor, dije.
- Ay
no sé pero ya me dio miedito y si Laura no aparece en cinco minutos me va
a dar algo, dijo Julio.
Pasaron 5, 10, 15 minutos y Laura no aparecía. La música estaba baja y
todos sentados sin hablar. En serio nos asustamos. Como organizadora de la
fiesta, me arme de valor y les dije:
- Iré
a buscarla, quizás algo le pasó y necesita ayuda.
- Llámala
al celular, dijo Patty
- Acaba
de llegar al país, aquí no funciona su mismo número.
Debo reconocer que mientras bajaba por las escaleras sentí miedo. Llegué
hasta el baño y no estaba. La escuché llorar. Estaba en mi cuarto. La luz tenue
de una lámpara alumbraba mi habitación. Me acerqué y ví que observaba una
fotografía mía.
- Te
extraño, porque te fuiste, dijo mientras lloraba.
Entonces volví a sentir, frío. Sentí pánico. Corrí hasta la terraza para
decirle a mis amigos que Laura estaba loca, que algo le pasaba, pero no había
nadie. Ni luces, ni torta, ni bocaditos, ningún trago, nada.
Sólo encontré un recorte de periódico que decía:
JOVEN CON ESQUIZOFRENIA SE LANZÓ DEL CUARTO PISO AL ENTERARSE QUE SUS
AMIGOS MURIERON EN UN ACCIDENTE DE TRÁNSITO
Camila Ramírez Gutiérrez, una joven de 23 años se lanzó del cuarto piso
de su apartamento al enterarse que sus amigos fallecieron en un accidente de
tránsito en las afueras de la ciudad. Camila, quien sufría de
esquizofrenia, preparaba una fiesta de cumpleaños para Julio Soto (21) quién
también falleció en la volcadura del vehículo. Ese mismo día Laura Rivas, una
amiga del grupo, regresó de su viaje a Italia encontrando el triste escenario.
“Después de lo sucedido siempre subo a la terraza y me imagino como
hubiera sido aquella fiesta que nunca se concretó” dijo Laura a la prensa muy
conmovida.