Todavía y apenas la luz del día se asomaba, sus pasos eran suaves y el
latido acelerado de su corazón iba acompañado de interminables jadeos. Él se
acercaba suavemente a su cuerpo.
Y es que siempre las mujeres son más propensas a caer literalmente en
sus garras y en su mirada. Desde su primer contacto visual, Camila, no le tomó mucha
importancia. La hora siempre estaba en su contra y andaba apurada camino a su centro
de trabajo: una redacción en el centro de Lima.
- - Tengo 3
muertos en un despiste de una camioneta.
- - Sí supera
los 5 vale la pena. Marita tiene a 10 muertitos.
Muertitos. Pensó Camila. Se volvió tan común hablar de los miles de
peruanos que día a día fallecen a causa de los accidentes de tránsito, que ya
los llamaban con cierto diminutivo cariñoso, de alguna manera para liberar la
tensión del hecho en sí.
- - ¿Y, qué
planes para hoy?
- - Ninguno,
casa, libro, dormir.
- - Que
aburrida es tu vida, deberías salir a divertirte, buscar algo emocionante.
Con esos pensamientos sobre su mente. Camila lo recordó.
Al llegar a su casa cerca de las diez de la noche, lo vio desde lejos. Él
como siempre estaba ahí paradito como esperando a alguien.
Siempre me espera y me mira. Pero mejor no. No necesito esto ahora,
pensó la indecisa de Camila. Pero unas semanas después la situación cambió.
- - Vamos,
vamos, salta, salta, sigue, sigue tu puedes no pares- decía
alborotadamente Camila.
Ambos terminaron súper cansados. Él muy agitado por la faena realizada
buscó agua y la bebió sin parar. Mientras Camila sólo atinó a observar su
belleza.
- - Uy, te veo
bien, se nota que has tenido un buen fin de semana Camilita- decía su compañera
de labores, Marita.
- - Así es.
- - Me alegro
ya era hora. Cuando lo presentas.
- - Cualquier
día que quieras, está en mi casa.
- - ¿Cómo? ¿Tan
rápido ya vives con él? ¿Cómo y tus padres no te dicen nada?
- - No se han
dado cuenta, pero todas las noches la estamos pasando muy bien.
- - Eres una
loca con tu carita de mosquita muerta, eres tremenda.
Camila le restó importancia a su comentario y centró su mente en su
nuevo compañero.
Llegó la noche, llegó a su casa, llegó a su habitación y ahí estaba rebosante
sobre la cama. Apenas la vio se lanzó sobre ella y la empezó a lamer. Sí, a lamer y toda su esponjosidad reposó sobre
el tibio cuerpo de Camila. Ella lo miró a los ojos y le dijo:
- - No me pude
resistir. Eres el perrito más tierno que he visto en mi vida. Me alegra tanto
haberte traído a vivir conmigo. Y juntos iniciaron su rutina de ejercicios,
corriendo alrededor del parque.