Estaba sola y aquella luz pálida la iluminaba en el vacío
parque cerca a la medianoche.
-¡Carlaaaaa!!!!
Aquel grito penetró el silencio de la noche y Julio corría
desesperado hacia ella; pero Carla no lo
oyó, tampoco lo vio quizás porque Carla nunca existió.
-
¿Cómo fue
que la conociste?
-
Estaba en
el malecón, la alumbraba el viejo farol del parque.
-
¿Y qué le
dijiste?
-
Nada no
pude acercarme, pero ella me sonrió.
Julio con apenas 19 años regresó a su casa sintiéndose un cobarde por no haberle hablado a la “Chica del farol”, así la nombró ya que no tuvo el valor de acercarse a preguntarle su nombre.
Julio con apenas 19 años regresó a su casa sintiéndose un cobarde por no haberle hablado a la “Chica del farol”, así la nombró ya que no tuvo el valor de acercarse a preguntarle su nombre.
-
Quizás
mañana logre encontrarla – se dijo así mismo tratando de darse ánimos.
Al día siguiente en la noche Julio nuevamente la vio. Llevaba un vestido azul que le llegaba a las rodillas. Usaba medias blancas y unos
zapatos negros de charol. Su larga cabellera estaba atrapada en una trenza.
Solitaria observaba el mar.
-
Hola – dijo
tímidamente Julio
-
Hola
-
¿Qué
haces?
-
Nada sólo
observo el mar.
Julio pudo notar lo hermosos que eran sus ojos, eran azules.
Tenía la piel muy blanca y labios rojos.
-
Y… ¿por
qué estás sola?, no te da miedo esta oscuridad, si no fuera por este farol
estaríamos en tinieblas.
-
Me gusta
esta tranquilidad – dijo la joven mientras se ordenaba un mechón de cabello
que cayó por su ojo izquierdo.
Julio se animó y tomó su mano izquierda, la sintió muy fría
más de lo normal pero no le importó. Inmerso en un laberinto de emociones Julio
no pudo resistirse, se acercó aún más a ella y la besó.
-
¿Cómo es
que no le has preguntado su nombre?- dijo fastidiado su hermano
-
No sé,
simplemente me invadió el deseo de besarla y ella me correspondió.
-
¿Y donde
vive?
-
Vive en la
casona blanca en la bajada a la playa. Yo mismo la acompañe y la deje en su
puerta.
-
¿En la
casona blanca dices?
-
Sí, ¿por qué?
-
Nada
hermano, olvídalo
-
¿Qué
sucede?
El hermano de Julio dudo pero finalmente dijo:
-
Esa chica
está loca y por cierto se llama Carla.
-
¿Qué
demonios estás hablando?
-
Está loca,
demente, es más nadie jamás la ha visto.
La incredulidad llenó por completo el rostro de Julio.
-
No
entiendo, ¿cómo sabes que está loca si dices que nadie la ha visto?
-
Por qué lo
he leído.
-
¿Dónde?
Julio levantó un periódico donde decían que Carla Stain, era
una joven que padecía de esquizofrenia y fue encerrada en la casona Blanca.
Estaba al cuidado de una enfermera quién se suponía debía cuidarla pero al
parecer no lo hizo porque Julio sí la vio.
-
¡¡¡¡No
puede ser!!!! Se veía tan normal, no puede ser ella.
Julio salió corriendo hacia la casona blanca quería verla pero
ahí nadie respondió. Entonces fue a buscarla al parque.
Estaba sola y aquella luz pálida la iluminaba en el vacío
parque cerca de la medianoche.
- ¡Carlaaaaa!!!! ¡Carlaaaaa!!!!
- Basta Julio, ¡Despierta!
¡Despierta!
Julio abrió los ojos y vio el techo completamente blanco,
toda la habitación estaba blanca. Se vio amarrado a una cama de hospital y a un
médico que lo miró cariñosamente y le dijo:
-
Olvídate
de Carla, tú puedes superar tu esquizofrenia. Entiende que Carla no existe.
-
¿Esquizofrenia?
No estoy loco, ¿Dónde está mi hermano?
-
No tienes
hermanos Julio, trata de calmarte.
-
¿Qué me
han hecho? ¡Sáquenme de aquiiii!!!!!!!
Y entonces un suave pinchazo en el brazo lo llevó al más
profundo sueño.