Apenas y llegué a la esquina lo vi llegar y rogaba que no
estuviera lleno.
-
Sube, sube
– decía el cobrador de bus.
Gracias al cielo había un lugar al fondo y me apresuré a
sentarme. Ya instalada pagué mi pasaje y me dispuse a leer para no desperdiciar
mi hora y quince minutos que aproximadamente me demoro en llegar a casa.
Mi lectura fue interrumpida por el joven que se acababa de
sentar bruscamente, por el movimiento de carro, al costado mío.
Lo miré con rabia por no tener más cuidado pero él me miró
con una amplia sonrisa acompañada con una disculpa. No pude evitar reírme al
verlo, y juntos nos reímos de la situación. Mientras esto sucedía rápidamente me
llegó el siguiente pensamiento: “Cuidado, no le sigas sonriendo, tú tienes
novio deja la coquetería y ponte a leer”
Eso hice, pero aquel joven ya había empezado a hablar y lo
peor era que hablaba muy bajito.
-
¿Cómo
dices? – dije acercándome un poco.
-
Que pensé que
te había golpeado el hombro, es que justo el carro giró.
-
No, no te
preocupes estoy bien.
El chico estaba con ropa deportiva, parecía que venía de
jugar fútbol. Llevaba una mochila inmensa que debía pesar mucho. Por su forma
de hablar me di cuenta que no era de Lima, aunque él lo negó apenas se lo dije.
-
Mi familia
es de Chiclayo, dijo finalmente.
Era de tez clara, cabello negro y una hermosa sonrisa
acompañada de unos ojos muy vivaces. No pude evitar mirarlo con una amable
sonrisa. Aquel joven irradiaba ternura. No tenía nada de malo conversar con un desconocido
si éste te agrada, pensé. Además estoy en el bus y cuando baje todo acabará,
conversar con alguien amenamente no tiene nada de malo, así pensaba y
pensaba para no sentirme culpable por mi novio.
Ya estábamos llegando a la avenida El Ejército y continuamos
conversando. Supe que se llamaba Manuel tiene 19 años, está estudiando para
postular a la universidad y vive con sus padres en Chorrillos. Cuando de pronto
vino la pregunta incómoda que supuse iba a llegar con tanta risita de por
medio.
-
¿Me das tu
número de celular?
-
Claro que
no, le dije.
-
¿por qué?
Debí decirle que soy una chica con novio y que no
estoy interesada de hacer amigos mucho menos menores que yo, pero sólo atine a
decir:
-
No doy mi
número a desconocidos – dije firmemente.
El sonrío y prefirió quedarse callado un momento. Entonces
me sentí algo apenada y recordé las chocotejas que me enviaron desde Ica. Las
saqué y le invite una.
-
Toma, son
de Ica.
-
Gracias -
me dijo y la guardo en su mochila.
-
¿No te la
vas a comer?
-
No, porque
nunca se sabe que puede darte un desconocido menos si es mujer.
Al decirme eso me miro fijamente algo fastidiado y miré
hacia la ventana. Qué rayos pasó. Estábamos conversando tan bien pero aquel
muchachito se molestó porque no le di mi número de teléfono. Bueno había
llegado el momento de hablarle de mi novio, tenía que hacerle “el pare” y que
sepa que yo no soy parte de sus posibles conquistas.
Manuel sacó un papel y me pidió mi nombre para ubicarme en
facebook. No tuve problema en dárselo.
-
Con mi
nombre me ubicas vía facebook y ahí si quieres podemos conversar.
-
¿Por
facebook me darás tu celular?
Sin saber que decir, sólo me reí. Ya no había necesidad de
decir nada en ese momento pues si me iba a buscar por la red social vería mi
sonriente foto de perfil abrazada a mi novio.
Con ese pensamiento me sentí más tranquila y a la vez algo triste,
era evidente que Manuel me estaba “floreando” y me
coqueteaba. En fin, han pasado tres días desde aquel encuentro y no he recibido
ninguna solicitud de amistad de Manuel.
Me imagino a Manuel emocionado buscándome en la red social,
con la misma sonrisa con la que se despidió de mí cuando baje del carro, con la
misma sonrisa coquetona que me dio cuando el bus avanzó y yo me quede en el
paradero, aquella sonrisa que de seguro desapareció al verme bien abrazada a mi
novio en mi foto de perfil, aquella sonrisa que ahora pasará a mis recuerdos.
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