- - ¿Quieres
un poco más?
- - Sí, me
gusta está rico.
- - Pero no le
vayas a decir a tu papá.
La dulce Camila, asintió con la cabeza. Fue en el día de su cumpleaños
número siete pero no fue exactamente dentro de esta celebración.
- - Vas a ir
al matrimonio.
- - Sí creo.
¿Tú mamá va a ir?
- - Sí mi
mamá, mi tía, Sole también irá.
- - De acá nos
vamos todos allá.
Y cogiendo una gelatina más, Camila continuó su plática con una de sus
primitas en medio de la bulla de la música y de los gritos de sus demás
primitos que religiosamente acudieron a felicitarla por su cumpleaños.
Después de romper la piñata, cantar el “happy birthday” y repartir la
torta, los padres de Camila la llevaron al mencionado matrimonio. Ella
llevaba su vestido blanco y sus clásicas dos colitas con listones blancos.
A Camila le gustaba la idea de ir porque todos sus primitos que estaban
con ella en la fiesta también irían y podrían seguir jugando hasta mucho más
tarde. Al llegar estaban ahí sus primas: Perla, Sole, Fiorella y Gracia estas
dos últimas eran hermanas.
Las cinco primitas se juntaron y empezaron a correr de acá para allá.
De las cinco Camila era la más alta por lo que parecía una niña de mayor edad.
Precisamente por eso un niño de al menos 13 años empezó a seguirla con la
mirada.
Camila y Perla se quedaron solas cuando aquel niño de 13 años se les
acercó.
- - Hola, me
llamo Gustavo. Vamos a la cocina que hay jugo de fresa gratis.
- - Vamos
Cami- dijo Perla muy entusiasmada.
Dudosa, típico en ella, Camila accedió ante la insistencia de Perla.
Los tres niños llegaron corriendo a la cocina. Ahí habían varios baldes
llenos del líquido rojizo que Gustavo les había prometido. Rápidamente Gustavo
sacó un vaso y lo introdujo en el balde llenándolo.
- - Toma.
Acercando el vaso a Camila.
-
Ella
temerosa lo miró con miedo porque como toda “niña buena” no debía recibir nada
de extraños además para ella aquel niño
era un señor.
Gustavo era alto, con cabellera llena de rulos y con la cara colorada.
- - Apúrate,
toma de una vez que quiero probar – decía la avezada Perla.
- - Ya
espérate.
Sin dejar de mirar a Gustavo, Camila empezó a beber y terminó con una
sonrisa de satisfacción.
- - Ya ahora
te toca a ti Perla.
- - Ya y
después a ti – le dijo Perla a Gustavo.
- Nadie en la cocina se percató de los tres niños. Ellos estaban sentaditos
en una de las esquinas de la cocina junto al balde del “jugo de fresa” . Ellos
hablaban de varias cosas: del colegio, de que era santo de Camila, de donde
vivían y familiar de quién eran ¿del novio o la novia?
- - De la
novia- dijo Camila
- - Sí es
nuestra tía. ¿Tú debes ser del novio?
- - Sí. ¿Y
cuántos años tienes?
- - Yo tengo
ocho – dijo perla esbozando una coqueta sonrisa.
- - Yo tengo
siete – dijo Camila.
- - Pareces de
más…mmm creo que ya no deberíamos de tomar esto. Mejor me voy.
Gustavo se fue algo decepcionado con la edad de Camila y a la vez preocupado
por haberles mentido con “el jugo de fresa”.
Luego de otras seis rondas más. Camila se paró y descubrió que estaba
mareada. Perla sin embargo se paró, tomó la mano de Camila y la empujó para
correr hacia la fiesta. Llena de energía ambas primas corrieron como locas por
todo el local. Camila se sentía mareada pero sentía mucha alegría y unas ganas
desesperadas de reír.
Sus otras tres primas se percataron de ellas. Se acercaron y les
reclamaron qué donde se habían metido. Sin parar de reír, Camila dijo que
estaban en la cocina.
- - ¿Qué
hacían en la cocina? – Dijo Sole.
- - Estábamos
tomando jugo de fresa. Bien rico. – Dijo Perla.
Y tomando la mano de Sole la llevó corriendo a la cocina. Fiorella y
Gracia también las siguieron. Camila y sus primas iniciaban así su primera
“chupeta” sin saberlo. Reían, jugaban, tomaban, salían a correr un rato hasta
que ¡cataplum!
Perla se cayó y esperando que se levantara a llorar se quedó tendida
sobre la pista de baile. Las cuatro primas se acercaron y Perla empezó a reír.
La mamá de Perla le preguntó que le pasaba, ella manifestó que se sentía
mareada.
La Tía Malena miró a Camila y a las demás niñas. Todas parecían cansadas
y apenas podían mantenerse de pie.
- - ¿Ustedes
también se sienten mareadas?
- - Sí tía –
dijeron en coro.
- - ¿Qué han
estado tomando?
- - Jugo de
fresa tía hay un montón en la cocina.
Y todas junto a su tía llegaron a la cocina. Señalaron el balde con el
supuesto jugo. La tía Malena lo probó y dijo escandalizada.
- - ¡Esto es
licor!
Los ojos de Camila se abrieron y justo en ese momento. Salió corriendo
al patio y vomitó. Su papá llegó a auxiliarla pues la niña empezó a llorar como
loca. Se quejaba que le dolía la barriga y la cabeza. Su padre la consoló y sus
otras primas se fueron a contarles todo a sus respectivos padres.
Ya entrada la noche la gente adulta se emocionaba bailando “El sua sua”
y “El baile del perrito”, precisamente este último baile era el preferido de
Camila pero ella estaba profundamente dormida sentada
Los clásicos cockteles de las reuniones de antes :)
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